7 de març 2011

ANÉCDOTAS DE TANATORIO (II)

Foto: Imágenes Google

(Viene de hace dos días)
Un mes después le llegó el turno al único dandi que he conocido desde la desaparición del aristócrata Jaime de Mora y Aragón, un vecino del barrio, Josep Luis Maruenda, cuyos nombre y vida habrían pasado inadvertidos a ojos de los barceloneses de no ser por su esposa, la simpática Maria Dolors, heredera y actual propietaria de la cocktelería Boadas, todo y la ímproba contribución del gentleman durante un montón de años para que el conocido local haya logrado celebrar ya su setenta y cinco aniversario. Hasta que no llegué a la sala 21 del tanatorio de Collserola –la única de todos los tanatorios de Barcelona que, si uno se lo propone, permite observar al finado de cuerpo presente sin necesidad de traspasar la habitación contigua a la de la vela–, y los vi a los dos, no supe en realidad quién era él. O mejor dicho, no supe el nombre de aquel señor de eterno terno (¡me gusta!, lo mantengo pese a la rima fácil) cruzado, clavel en el ojal, impecable bigote y cabello bañado en gomina, con el que solía cruzarme y que, apenas tres semanas atrás, paseaba con palidez cerúlea y su esposa del brazo por la calle Pintor Fortuny.
El caso es que cuando me disponía a entrevistar a Maria Dolors empezaron a llegar personalidades de la ciudad, como por ejemplo la cocinera Carme Ruscalleda, y tuve que dejarlo para la semana siguiente. Maria Dolors me citó en Boadas a una hora punta y, con el establecimiento hasta los topes, un dry martini a cuenta de la casa y la inestimable colaboración del barman Gerónimo, llevé a cabo la entrevista más extravagante del año y uno de mis recordatorios favoritos. 
A finales de mayo falleció la madre del Màgic Andreu casi a los cien años. Fui atendido por el mismísimo showman, con su habitual desparpajo y sincera amabilidad. Entre otras cosas me enteré de que ella puso el rostro a la escultura Caperucita y el lobo, ubicada en el paseo de Sant Joan. Guardo, en definitiva, muy buen recuerdo de aquella entrañable entrevista que tan sólo le faltó verse rubricada por el correspondiente juego de magia y la posterior colocación de la medalla en el pecho del mago.
(Continuará...)

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