1 de juny 2011

EL OBJETIVO, EN BIRMANIA

Foto: Gabriel Vilas

Poco sé sobre Birmania, esa nación del sudeste asiático que se extiende desde los confines himalayos, al norte, hasta la península de Malaca, al sur, si bien he tenido ocasión de admirar su belleza gracias a las fotografías de mis amigos Gabi y Ana. Durante muchos años, mis escasos conocimientos se repartieron entre una historieta gráfica de Hazañas bélicas y la película de guerra de Raoul Walsh protagonizada por Errol Flynn, Objetivo: Birmania, en realidad visiones miopes al haber pasado forzosamente por el tamiz propagandístico contra el indeseable enemigo japonés, lo cual es como venir a reconocer una completa ignorancia. Respecto a su capital, Rangún, siempre me pareció muy gastronómica, pues no podía evitar relacionarla con el estofado de parecido nombre (en francés, ragôut; en italiano, ragù). En cualquier caso, a causa de los insondables antojos de la dictadura militar que rige el país desde 1962, y a la inédita oposición de las pusilánimes ONU y UE, hoy en día debemos llamar Myanmar a Birmania, y, con vistas a una hipotética partida de Trivial, asumir que Rangún ha cedido su hegemonía administrativa en favor de Naipyidó.
La determinación en la mirada de los chavales de la foto de este pasado mes de mayo hace concebir esperanzas de que algún día –ojalá que mucho antes de que se hayan convertido en provectos monjes budistas– la situación en Birmania será otra. El papel opositor de sus mayores en la crisis del transporte que tuvo lugar en el año 2007, y la brutal represión a la que fueron sometidos por la Junta Militar birmana, atrajo la mirada enferma de los medios de comunicación de todo el mundo, fascinados por la simbología entre el carmesí de las túnicas y el de la sangre. Gracias al sacrificio de los monjes budistas volvió al candelero Aung San Suu Kyi, la premio Nobel de la Paz y líder de la Liga Nacional para la Democracia, quien ha pasado quince de los últimos veintiún años encarcelada o privada de libertad, bien en prisión, bien en arresto domiciliario. Esta mujer es algo así como la Nelson Mandela birmana, aunque su combate se ha inspirado siempre en el ejemplo pacífico de Gandhi y en su fe budista, por lo que a finales de los ochenta ya propugnó una revolución del espíritu que debía manifestarse mediante el reconocimiento de la necesidad de diálogo y la compasión por los más humildes. El pasado año la insistente presión internacional logró su definitiva puesta en libertad; sin embargo, a causa de las condiciones draconianas que impuso la Junta Militar del Partido Unión Solidaridad y Desarrollo para impedir que Aung San Suu Kyi participara en las elecciones legislativas, los comicios se saldaron con otra aplastante y fraudulenta victoria de los de siempre.   
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En su día tuve que enseñarle incluso a coger una cámara de fotos y llegué a dudar si merecía la pena perder el tiempo en transmitirle mis conocimientos fotográficos (¡aquí me he pasaooo!). ¡Salta a la vista que sí! La pasión de Gabi Vilas ha recompensado sobradamente mis esfuerzos, hasta el punto de que ahora ya puedo decir que el alumno ha superado de largo al maestro (¡aquí también me he pasaooo!). 

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