Foto: Imágenes Google |
(... Viene de hace dos días)
Aunque cronológicamente aconteció antes que el de Vorónezh, he querido reservar para el final el suceso que tuvo lugar durante la construcción de la base militar estadounidense de Dulce en 1979. Comparado con esta historia, la de Pandora en el Congo, del escritor Albert Sánchez Piñol, es hiperrealista. Para que se entienda mejor me voy a remontar a 1954 cuando, bajo la administración de Eisenhower, el gobierno federal burló la constitución de los EE.UU. y realizó un tratado con entidades alienígenas, el llamado Greada, en virtud del cual se les autorizaba a experimentar con animales y seres humanos. Según contó antes de morir el geólogo e ingeniero Philip Schneider, mientras participaba en una voladura de prueba, y tras localizar una caverna natural repleta de extraterrestres, se produjo un tiroteo. Disparó a dos de ellos y la réplica no se hizo esperar: de las treinta personas que formaban la expedición, tan sólo un par logró salvarse. Más tarde, encontraron rastros y señales de que aquellas entidades estaban viviendo allí abajo desde hacía muchos siglos, tal vez un millón de años. Schneider, que resultó herido en la refriega y perdió dos dedos de una mano, consiguió una de sus armas, una especie de caja adherida al cuerpo de los alienígenas. Pagó un precio muy alto: recibió una gran dosis de radiación de cobalto y a partir de entonces se vio aquejado de cáncer.
(Continuará... )
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