4 de gen. 2011

LECCIÓN DE ECONOMÍA CAMPESTRE

Foto: R. Berrocal


He pasado el fin de año con el grueso de la pandilla en el cottage que Pascual y Loli adquirieron hace unos meses en el balneario de Vallfogona de Riucorb, un pequeño reducto burgués con cierto aire decadente situado –casi– en la frontera de Tarragona y Lleida. Del cotillón de Nochevieja, al día siguiente me vi caminando junto al resto por el bosque para desembotar los sentidos. El paseo campestre, si no en mí, en Pascual tuvo un efecto inmediato y, con la misma naturalidad que el paisaje circundante, detrás de una encina apareció de pronto J.M. Keynes y, de entre unas zarzas, Adam Smith. En un periquete, nuestro anfitrión había armado su argumentación para tratar de solucionar el crac económico que asuela el país. Partió del principio de que ninguna medida de choque es ajena a la ideología de quien la propone. A continuación, adujo que no hay soluciones mágicas ni acciones indiscutibles contra la crisis; y, tras tomar aire, volvió a la carga y nos retó a que le dijéramos al menos una sola medida del gobierno español dirigida a reactivar la economía y no a contentar a los mercados –congelación de las pensiones, recorte del sueldo de los funcionarios, aumento del IVA o del recibo del gas y de la luz, etc.–. Silencio. Y llegó al cogollo de su tesis (para mí lo verdaderamente novedoso) con la siguiente pregunta: «¿Lo que es bueno para los mercados es indefectiblemente bueno para los ciudadanos?». Él mismo se contestó: «Todas las medidas que Europa aplica en términos económicos tienden a garantizar la solvencia de los diferentes mercados y no la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. O, dicho de otro modo, no es ético que el estado se vea obligado a menoscabar el bienestar de su gente para poder pagar a su acreedor». Nuevamente, preguntó: «Vosotros, ¿qué haríais primero, devolverle el dinero a vuestro prestamista o dar de comer antes a vuestros hijos?». No había duda. «Entonces, si sabemos que los mercados los controlan quince tíos a quienes no les va a venir de cobrar ahora a hacerlo de aquí a cuatro o cinco años, ¿por qué narices no hay un consenso mundial para cerrarles el grifo y centrarse en salir de la crisis, en vez de bajar la cabeza y plegarse a sus exigencias de rebajar el déficit del diez al seis por ciento?». Estimulante. 

2 comentaris:

  1. Yo te lo diré. Porque los gobiernos se pliegan a la voz de su amo. La izquierda ya no es izquierda y ningún partido se preocupa del legado que dejará pasados los 4 u 8 años en la poltrona. Sólo alternativas extremadamente radicales les harán salir de su letargo. Nuria dixit.

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  2. Nuria, bien! yo cuanto más vieja más pelleja! y lejos de aletargarme como mis gobiernos (pierdo ya el número de los que voto, continental, nacional, más nacional, loca...y totas para sortear mis 3 perrillas a ver a que banco sostienen) paso a convertirme en una joven altermundista reinvindicando la vuelta a lo local y el abandono del progreso cómo lo entendió la izquierda clásica de los antiguos y no tan antiguos popes.

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