1 de febr. 2011

DAMANES: PARIENTES CERCANOS DE LOS ELEFANTES

Foto: R. Berrocal
Cambio de mes, portada nueva. Si cada día me gusta variar la temática de estos escritos, no veo por qué no iba a poder hacer lo mismo con la fotografía del encabezamiento del blog –ni que fuera tan sólo una vez en el mes en curso–. Aunque, a decir verdad, justo es reconocer que no ha sido algo premeditado, sino interpuesto. A alguno de los lectores le provocaba rechazo la que hasta ayer se había venido convirtiendo en la principal seña de identidad del «Caçador d’instants» y he decidido deponerla. Mato así dos pájaros de un tiro: por un lado, satisfago mi delirio hacia este arte –repetiré el sacrificio tantas veces como meses tiene el año– y, por el otro, resuelvo el enigma a quienes me preguntábais por la especie de la singular familia de animales retratada.
Claro que sí, son damanes, un mamífero placentario difícilmente clasificable ya que, pese a guardar cierto parecido externo con los roedores, se trata en realidad de un ungulado primitivo que ha evolucionado de manera muy distinta a sus parientes vivos más próximos... ¡los elefantes y los manatíes! El orden al que pertenecen y que no comparten con ningún otro animal, los hiracoideos, comprende seis especies agrupadas en tres géneros y una sola familia, la procaviidae. Se originaron en África hace cincuenta millones de años y actualmente se extienden por dicho continente y por la Península arábiga.
La familia de la imagen residía en el Parque Nacional de las Augrabies Falls, al norte de Sudáfrica, uno de los pocos que se puede recorrer a pie gracias a la ausencia de leones –¡eso dicen!–. Fue una foto inolvidable, en cuya laboriosa ejecución me sentí como Santiago, el pescador de Hemingway, soltando carrete. Por eso, para acabar hoy, me voy a permitir la licencia de revivirla. Se inició cuando, con los prismáticos, observé a los damanes en un risco caléntandose bajo el bendito sol de una desapacible mañana de invierno. Me había dejado olvidado el teleobjetivo en el coche, por lo que estaba obligado a acercarme. Lo hice sin el menor ruido. Cuando, tras una larga hora, juzqué tenerlos a tiro, me llevé la cámara a la cara con movimientos imperceptibles. Estaba seguro de que podría fotografiar a la madre junto a, al menos, un par de crías antes de que salieran despavoridos. Cuál fue mi sorpresa al ver que se formaba una hilera perfecta y que, más curiosa que temerosa, la familia entera miraba el objetivo. ¡Ya eran míos!

1 comentari:

  1. No sé si podré esperar un mes per saber quina història hi ha darrera d'aquesta foto de portada i de qui poden ser parents propers els elefants! Sort que el febrer només té 28 dies! Imma

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