3 de febr. 2011

ROJO Y NEGRA

Foto: R. Berrocal

No todos los días le brindan a uno la oportunidad de encontrarse cara a cara con un ex toxicómano y ex atracador de bancos profesional plenamente reinsertado, y que, para mayor sorpresa, el sujeto se preste además a descender a las alcantarillas del hampa con pedagogía de pocero vocacional. El pasado martes, sin embargo, con motivo de la sexta edición de la Semana de Novela Negra de Barcelona, quienes asistimos en La Capella a la presentación del libro «Confesiones de un gánster de Barcelona», del periodista Lluc Oliveras, nos sentimos hipnóticamente acoquinados por la intimidatoria presencia y el verbo desatado de su verídico protagonista, Dani el Rojo.
Corría el año 1981 cuando Barcelona había pasado a convertirse en una ciudad sin ley en la que, además de un sinfín de hurtos en pequeños comercios, llegaron a contabilizarse 1.638 atracos a entidades bancarias, con una media de seis diarios. «Había días en que la estadística la mantenía prácticamente yo solo, pues llegaba a asaltar hasta tres bancos seguidos. Y es que tenía muy claro que yo trabajaba de delincuente. Hay bancos que me los he hecho hasta cinco veces», confiesa Dani, cuyo alias más antiguo era el del Millonario. 
La irrupción de las drogas cambió la morfología criminal y se pasó de la intimidación del atraco a bancos de la década de los 80 al método del tirón de los 90, y hoy en día hemos llegado a la globalización del crimen, a las grandes redes de delincuencia organizada. «Reconozco que mi primera droga fue la adrenalina, el riesgo que comporta quedarte con lo que no es tuyo y, encima, vivir de ello como un rey. Luego, con quince gramos diarios de cocaína y cinco de heroína en tu cuerpo –todo metido por vena–, ya no eres dueño de ti mismo y vives el ‘carpe diem’. Entonces ya no se respeta a nadie. No hay códigos de honor que valgan», afirma Dani, quien salió de la cárcel en 1997 y, «siempre dando la cara», consiguió abandonar también sus veintidós años de dependencia de las drogas y todo cuanto esa esclavitud supuso en su vida. «Quiero dejar muy claro que no estoy orgulloso de mi pasado pero sí de lo que soy ahora. He tenido que perdonarme y no estoy dispuesto a renegar de nada porque uno es lo que ha vivido».

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