25 de març 2011

NUEVAS ESCENAS "METROTENSES"

Foto: Imágenes Google

¡Qué decepción me llevé a comienzos de semana! Los expositores publicitarios de vitrina del metro de la estación de Catalunya habían renovado sus anuncios. Ya no estaban ni el de Gas Natural y la bonita sonrisa de la cercana Ariadna Gil, ni el de Vital Dent y la perfección dentaria de la modelo sobre la que me he pasado parte del invierno dudando de si se trataba o no de la actriz Sandra Bullock. El caso es que ambas me han estado alegrando las idas al trabajo a primera hora de la mañana. La llegada de la primavera, sin embargo, se las ha llevado para siempre de un plumazo. A ellas y a los servicios de las empresas que las han convertido en reclamo propagandístico... Al menos, hasta nueva campaña. Ahora campea H&M y sus vaporosos vestidos primaverales en la percha de Gisele Bündchen, la modelo mejor pagada del mundo. No es que me desagraden ni los anuncios ni las poses de la brasileña ex de Leonardo DiCaprio luciendo prendas prêt-à-porter, pero encuentro que ya no es lo mismo. Desde esta semana el metro es menos acogedor.
También hace días que no aparece el digno pedigüeño que sin brazo y sin pierna se desplaza como pez en el agua con su silla de ruedas por esos modernos vagones de metro francos como el estómago de un tiburón ballena que, comunicados ente sí, se recorren de delante hacia atrás de una tacada, sin necesidad de salir al andén a cada parada. Me pregunto si no habrán sido diseñados ex profeso para facilitar la tarea de los que piden. Pero, volviendo a ese mendigo tullido, su presencia es arrolladora porque, pese al lamentable estado en el que se dirige a la multitud, lo hace con la cabeza bien alta y una proclama demoledora: «Me ofrezco a ustedes para cualquier tipo de trabajo que soliciten». «¡No sé cómo!», creo que piensa el vagón entero. En cualquier caso, sus palabras tienen un innegable efecto persuasivo porque, mientras la concurrencia barrunta en qué puede ayudarles ese hombre, va adelantándole con discretas pero copiosas aportaciones monetarias el pago por la realización de una encomienda que nunca llegará a cumplir. 
Y ahora que ya tengo casi hecho el post de hoy ya puedo decir que lo he armado a partir del título, una transgresión de las Nuevas escenas matritenses de Camilo José Cela, libro que, a su vez, no es sino un lifting de las Escenas matritenses de Ramón Mesonero Romanos, decimonónico escritor costumbrista madrileño de noble estirpe cuyo tataranieto se casó con una antigua compañera de mi trabajo proveniente, asimismo, de la alta burguesía barcelonesa –Dios los cría y ellos se juntan–. La simpática Cristina alucinó cuando le confesé que había leído algo de su tatarasuegro, de igual modo que también yo alucinaría si viera a alguien leer ese libro en el metro de Barcelona.

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