19 de maig 2011

UN LIBRITO Y UNA DISCULPA

Foto: EFE

Viendo cómo la granizada popular de los últimos días amenazaba con cuajar, no pude resistirme y a media semana me fui a por el famoso opúsculo cuya compra iba posponiendo por no encontrar un agujero para su lectura. Me estoy refiriendo a ¡Indignaos!, del berlinés parisino Stéphane Hessel, un nonagenario que combatió el nazismo desde la Resistencia y que, apresado por la Gestapo, escapó milagrosamente de la horca en Buchenwald al cambiar su identidad por la de otro preso muerto. Tras la guerra, convertido en diplomático, colaboró con las Naciones Unidas y, en 1948, fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El librito, que, francamente, era mucho más fácil de leer de lo que yo pensaba, se presenta como un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica. Al margen de compartir sus buenas intenciones –cómo no hacerlo–, lo que más me ha sorprendido es la confesión del autor respecto a las enormes dificultades para reconocer la identidad del enemigo. No es que nos estemos enfrentando a unos imaginarios molinos de viento, como don Quijote, y que nos quejemos de vicio. Ni mucho menos. Está claro que el daño que se nos inflige es real; de hecho, pocos son los que no lo sufren a diario en sus propias carnes. Pero, según explica el autor, el mundo es tan complejo que cuesta mucho dinstinguir quién manda y quién decide. Ya no se trata de una pequeña élite privilegiada y fácilmente identificable cuyas artimañas se adivinan a la legua. O sí. Quién sabe. De lo que no hay ninguna duda es de que vivimos en una interconectividad como no ha existido jamás. Y, por supuesto, de que la peor actitud es la de la indiferencia. No en vano uno de los componentes esenciales del hombre es la facultad de indignación y el compromiso que la sigue.
Todavía no he dicho que el telonero de Hessel en este libro es otro nonagenario: José Luis Sampedro. Él es quien se encarga de recordarnos que de la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de que de ella precisamente tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. «Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas», sentencia.
Tampoco he dicho que un bulo en la red le ha quitado la chicha a este post. Se trataba de un texto cuya autoría fue atribuida a Arturo Pérez-Reverte y se titulaba Españoles, ¿Sois idiotas?. Me llegó el mes pasado por partida triple o cuádruple vía email y consiguió encender mis ánimos hasta el punto de querer ridiculizar la mala leche que destilaba contraponiéndolo a los consejos ponderados, conformes al sosiego propio de su edad, de los citados Hessel y Sampedro. Pero todo se ha ido al traste cuando he sabido que el texto en cuestión no era más que una carta al director que publicó hace más de un año el Diario de Navarra y que firmaba un don nadie llamado Jesús Sanz Astigarraga. Así que por esta vez te has salvado, Pérez-Reverte. Me disculpo. Pero sólo por esta vez.

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