22 de juny 2011

LOS TENGO COMIENDO DE MI PIE

Foto: Toni Soler

Vivo en una ciudad tan cosmopolita y receptiva a lo nuevo que la expresión «los tengo comiendo de mi mano» ha pasado ya a mejor vida. Ahora la que debe acuñarse, la más cool, es la locución «los tengo comiendo de mi pie». A quien desconfíe de la veracidad de la afirmación no hay más que remitirle a la foto de hoy, los mismísimos pinreles del popular presentador Toni Soler siendo devorados por unos pececillos que él mismo ha retratado y colgado en su twitter. Al parecer, acaba de abrir en Barcelona, con notable éxito de público, el primer centro de peces callistas o de ictioterapia, un saludable tratamiento consistente en la ingesta de piel muerta por parte de unos pequeños vertebrados acuáticos conocidos como Garra Rufa o Pez Doctor cuyos asombrosos resultados en la lucha contra algunas enfermedades epidemiológicas, como la psoriasis, hace ya años que vienen siendo probados. En Turquía, de donde son originarios estos laboriosos Garra Rufa, se utilizan desde hace un siglo. Ahora bien, la fiebre por dicha terapia no se desató hasta el año 2006 cuando en Japón –como no podía ser de otro modo– se inauguró el primer establecimiento que contaba profesionalmente con los servicios del citado pececillo. Del país del sol naciente se extendió a China y Corea del Sur, y, en los últimos meses, a todo el mundo. Las sesiones suelen durar unos treinta minutos y, a fin de lograr el propósito deseado, lo recomendable, según algunos esteticistas, es someterse al tratamiento una vez por semana durante cuatro seguidas.
Si bien no niego que, sobre el papel, el asunto tiene buena pinta, de repente han surgido algunas dudas y me he visto invadido por cierta desconfianza. Por ejemplo, ¿qué pasa cuando los Garra Rufa estén tan cebados que ya no puedan seguir engullendo? Tal como se las gasta el capitalismo, estoy convencido de que sus explotadores no los van a tener trabajando menos de diez horas cada día. ¿Serán entonces igual de efectivos con el usuario que acuda a la última sesión de la jornada que con el que lo haya hecho a primera hora de la mañana? ¿Existirá una carta de reclamación para clientes descontentos o devolverán el dinero? ¿Y si engordan de tal manera que sus mordiscos empiezan a resultar dolorosos? ¿Y si se dan insospechadas infecciones ante el dispar elenco de pacientes tratados? Y a medida que los pececillos vayan bajando su rendimiento y se decida prescindir de ellos a fin de sustituirlos por otros congéneres, ¿tendrán una digna jubilación o, por el contrario, pasarán a engrosar la lista de tapas de los bares del Paseo de Gracia? Y respecto a las asociaciones pro defensa de los animales, ¿qué? ¿Se han previsto sus más que probables denuncias? No sé, no sé. Creo que, por si acaso, antes de que acabe la semana yo también voy a ir a experimentar las bondades del novedoso tratamiento.  

2 comentaris:

  1. Coincido con tus dudas y temores, creo que sería mucho mas efectivo y clarificador utilizar los entrañables pirañas.
    Bueno quizás me he pasado pero estoy bajo los efectos de la resaca bervenero-sanjuanera.
    Enrique

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  2. Horror quería decir verbenera-sanjuanera, menuda resaca.
    Enrique de nuevo

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