5 de set. 2011

AMIGOS IRRECONCILIABLES

Foto: Daniel Mordzinski

¿Que se han recon- ciliado? ¡Pamplinas! Yo no me lo creo. La frialdad del maestro frente al discípulo lo dice todo. Si es que Naipaul ni siquiera mira a la cara a Theroux. Al parecer se vio acorralado y obligado a estrecharle la mano, pero está claro que la procesión iba por dentro. El encontronazo se produjo en el Hay Festival de Hay-on-Wye, en Gales, un cenáculo en el que se da cita lo más granado del orbe literario y que este 2011 cumplía veinticuatro ediciones. Ante el gesto, todos los medios de comunicación culturales se apresuraron en anunciar a bombo y platillo la reconciliación de estos dos titanes de las letras. Lo que no dijeron es que ni el uno ni el otro ha movido jamás una pestaña por escapar a su condición de airada hiena sarnosa. Ambos poseen un vasto currículum de vilezas y deslealtades que avergonzaría hasta al último de sus congéneres.
Esa estela de disgustos y desengaños rebasó el límite cuando Theroux descubrió en un catálogo de coleccionistas dos primeras ediciones suyas con emotivas dedicatorias a Naipaul de las que éste, por unos cuantos miles de dólares, no había tenido reparos en desprenderse. Fue el inicio de quince años de enfrentamientos y puyazos mutuos en los que Paul Theroux incluso ha tenido tiempo de publicar un libro para hundir la reputación de su ex colega antillano, La Sombra de Naipaul. Ni que decir tiene que el tiro le salió por la culata. El compendio de anécdotas con el que pretende poner de manifiesto su egoísmo, misoginia, tacañería, felonía, vanidad, envidia y prepotencia consigue únicamente despertar el gusanillo por saber dónde y cómo surge el talento literario y qué extraños caminos unen la peripecia vital a la vocación literaria. No cuesta imaginarse a Naipaul llegando a la última página y, con esa arrogante sonrisa que lo caracteriza, verlo exclamar: «¡Pedazo de alcornoque! Le doy el tema para el mejor libro de su vida y lo termina fastidiando porque ni siquiera sabe estar a la altura como personaje». Desde que se conocieron en Uganda, en 1966, su relación ha transcurrido a través de los cinco continentes, pues los dos son viajeros empedernidos y en cierto modo unos inadaptados sociales. Naipaul se exilió muy joven de su isla, Trinidad, mientras que Theroux se demoró lo suyo en regresar a su país de origen, Estados Unidos. Entre ellos ha existido una relación epistolar abundante e intensa. Aunque Naipaul era el maestro, hasta que no le fue concedido el Nobel en 2001 su literatura siempre se había dirigido a un lector entendido y muy restringido; en cambio, Theroux, más pragmático, enseguida consiguió el favor del público gracias a sus amenos libros de viajes.
En la biblioteca tengo varias obras suyas, si bien de ambos no he leído más que una. San Jack de Theroux me gustó; Una casa para el señor Biswas de Naipaul me entusiasmó. Tanto el uno como el otro hacen buena la creencia de que Satanás escribe como los ángeles. En cuanto a lo de la reconciliación, ¡monsergas mediáticas!  

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