27 d’oct. 2011

CONTRA EL LIBRO ELECTRÓNICO (II)

Foto: Imágenes Google
(... Viene de hace dos días)
A mí, además, ese marco cuadrado en el que se engasta la pantalla del libro electrónico me resulta muy claustrofóbico. Como si las letras estuvieran confinadas en una suerte de prisión de Alcatraz. No tienen ninguna posibilidad de escapatoria. A lo sumo podrían superar los márgenes de la página, pero la fuga llegaría a su fin al toparse con el infranqueable muro de aluminio. Imposible saltar al vacío desde la mesita de noche, el sofá o la taza del váter. Cosa que sí podrían hacer las de un libro en papel, mucho más cerca del tercer grado penitenciario. Tampoco quiero pensar cuán hacinadas deben de estar las letras de tinta electrónica si de verdad se cumple a rajatable esa prodigiosa capacidad de almacenaje de cientos y cientos de libros que se le presume al ingenio. Intuyo un angustioso encierro en el que el ambiente puede llegar a cortarse a hachazos.
Y en cuanto a los libros ilustrados, ¿qué decir? Es imposible que en una pantalla de veinte o veinticinco centímetros se tenga la misma visión de la página que –pongamos por caso– en un impecable volumen de la colección Franco Maria Ricci. El libro electrónico se pierde en los detalles, igual que ocurre habitualmente con el google maps. Donde haya un buen atlas o, si me apuráis mucho, el clásico callejero del ayuntamiento, que se quite cualquier búsqueda geográfica por internet.
No tengo ninguna duda de que el continente es tan importante como el contenido. El aura de la obra de arte que tan bien define Walter Benjamin. Alguien lo ha venido comparando por ahí con el placer de degustar un buen vino. No es lo mismo servirlo en una botella bonita que en un envase tipo tetrabrik. Igual que tampoco lo es tomarlo en un vaso de plástico que en una copa de cristal. Quien tenga un poco de sensibilidad ha de estar forzosamente de acuerdo con esta reflexión.
La lectura no consiste únicamente en descifrar una serie de signos y en atrapar su significado. Eso no es leer. Al menos, leer bien. La buena lectura requiere un entorno de gran calidad, una cierta proporción de márgenes a la que se ha llegado al cabo de mucho tiempo, un contraste adecuado entre el negro de los caracteres y el blanco del papel, la posibilidad de hojear en un pis pas el libro entero en busca de una determinada página cuyo formato recordamos aunque no recordemos exactamente su contenido, la opción de garabatear notas o símbolos marginales (los que a uno le dé la gana utilizar y no los que te imponga la maquinita), la evaluación visual de cuánto llevamos leído y cuánto nos falta hasta el final… A lo cual no sería justo dejar de añadir la agradable (o desagradable) textura y transparencia del papel, el diseño magistral (o atroz) de la cubierta, y el aspecto del libro colocado en una estantería junto a otros libros que de un vistazo nos sitúa ante nuestro propio acervo.
(... Continuará)
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¡Buf! Está visto que se me han ido al traste las previsiones y voy a tener que continuar.

1 comentari:

  1. No esroy de acuerdo. Se lee estupendamente en libro electrónico. Hice la prueba hace una año con un e-book que me prestó Enrique y es una delicia: no pesa por lo que lo puedes llevar a todas partes, se ve muy bien aunque hay poca luz, puedes llevar muchos a lavez con lo que si quieres cambiar de lectura lo puedes hacer sobre la marcha y no me quitó nada de la magia de la lectura...

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